Todos sabemos que el regreso a clases envuelve una larga serie de preparativos. La compra de los materiales y libros, uniformes, evaluaciones de la salud oral, visual y auditiva… En fin, son muchas las tareas para el verano, antes de que nuestros hijos regresen a las aulas. Sin embargo, se habla poco de otro tipo de preparación que puede ser determinante para el progreso escolar del niño o niña. Se trata de la imagen que promovemos de nuestros hijos ante sus maestros y viceversa.
Muchas veces he escuchado decir: “Maestra, este nene (o nena) es terrible. No se está quieto; mire a ver lo que hace con él”. Cuando introducimos a nuestro hijo de esta manera, estamos prejuiciando a sus maestros, haciéndolos tener una actitud negativa hacia él. El problema de conducta que el niño pueda tener se acrecienta pues el trato y las actitudes de los que le rodean le predisponen a actuar de un modo inadecuado. A esto en el argot clínico le llamamos “profecía autorrealizada”, porque son nuestras expectativas sobre el niño lo que lo conducen a actuar de cierta manera.
Lo que intento comunicarles no es que tapemos el cielo con la mano. Si el niño presenta problemas de conducta o disciplina, usted debe comunicar sus inquietudes con sus maestros para atender las situaciones en beneficio del menor. Sin embargo, crear prejuicios en el maestro no contribuye nada al bienestar del niño. Muchas veces ha ocurrido que niños que han presentado problemas de conducta severos en el pasado, muestran un cambio positivo significativo cuando se exponen un ambiente donde nadie los conoce, ni sabe nada de su inadecueda conducta anterior.
En ocasiones los niños solo necesitan un ambiente neutral, en donde no interpreten de antemano sus acciones como maliciosas y donde no se extrañen de sus buenas iniciativas. Al presentar al niño como uno problemático, tronchamos la oportunidad que éste tiene de un comienzo a partir de cero. Hacemos que comience en números negativos ante la opinión de sus maestros, perpetuándolo en el problema.
Teniendo esto en mente, cuando conozca a los nuevos maestros de sus hijos, resalte aquellas lindas cualidades que el niño posee. Todos tenemos cualidades positivas y fortalezas. Dígaselo al frente de su hijo en un tono muy sincero. Además, propicie una buena relación con el maestro mostrándole mucho respeto, pues nos toca a los padres el modelar conductas prosociales.
No debemos olvidar tampoco el crear en nuestros niños una visión positiva respecto a la escuela, los maestros y la educación. Inconscientemente echamos a perder el momento propicio para la educación con afirmaciones como: “qué pena que ya comienzan las clases” o comentarios despectivos sobre su maestro(a). Este tipo de enunciados no contribuyen a una concepción positiva del valor de la educación, y por lo tanto, al buen aprovechamiento de las oportunidades educativas que se le ofrecen.
Crear opiniones favorables en nuestros hijos sobre sus maestros y la educación les pondrá en una mejor disposición para el aprendizaje. Haga la prueba. Aproveche este mes de agosto para iniciar el curso escolar con afirmaciones positivas. Emplee aseveraciones como: “¡Qué bien que ya comienzan las clases, será muy divertido!”, “¡Este semestre aprenderás cosas muy interesantes!”, “Los maestros son nuestros amigos, debemos respetarlos.”
Que éste sea un año lleno de satisfacciones, aprendizaje y experiencias gratas.
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